19.9.17

Formalogía

Llamar, nombrar, describir, todas son maneras de inscribir el mundo.
símbolos, iconos, índices, toda son maneras de pensarlo y comunicarlo
pero estas formas virtuales, son formas con propósitos prescritos por los humanos.

Estar, sentir, vivir; todas son maneras de ser del mundo,
comprender, entender, saber, todas son maneras de presenciar el mundo,
pero estas formas no pueden ser virtuales como tampoco son las formas de manipular, tergiversar o adecuar el mundo.

El logos es el camino humano para abstraer, interiorizar y racionalizar lo que presencia
mas al hacerlo pierde información y tergiversa los fenómenos.

La misma palabra 'fenómeno', está ya desplazada de lo que índica.
terrible y hermosa paradoja, sublime y aterradora realidad, esta virtualidad.
Las sensaciones en sí mismas carecen de nombre, de logos,
no lo requiere más que para construir historias y comunicar experiencias.

La comunicación falla cuando expresa por el solo hecho de expresar un contenido al cual no puede presentar, ponerlo aquí.

Por eso el logos está limitado, es una tecnología y en tanto tal, se le usa para expandir o para suplantar.

Si bien el logos es un modo de acercarnos a la realidad, el conflicto surge cuando olvidamos lo que representa y lo convertimos en la presencia del fenómeno ausente.

Los fenómenos o formas no tienen nombre, al nombrarlos los objetuamos y los reducimos a entidades útiles a la razón, la cual es al mismo tiempo limitada, creando así la aparentemente irresoluble dicotomía objeto-sujeto.

La experiencia pura de los fenómenos carece de nombre, carece de identidad, en sí son entidades. Por ello son hermosas, sublimes y trascendentales. Al nombrarlas perdemos su escencia pero construimos su memoria, mas una memoria sin la comprensión o entendimiento o sabiduría previa, no hace sino suplantar la experiencia por un símbolo que la inscribe en la realidad como relato, narración o virtualidad, no como experiencia directa asimilida como verdad.

Al eliminar la palabra y presenciar los fenómenos aprendemos el valor y la sensación de la compasión, aprendemos la existencia de esos fenómenos, ¡los re-conocemos! Al mismo tiempo nos desprendemos de nuestra identidad y nos quedamos con las formas en sí mismas ¡nos re-conocemos y sentimos la compasión por nosotros mismos! nos detenemos y presenciamos nuestro estar como un estar verdadero, despreocupado y conciente de lo que se debe hacer para mejorar ese estado o bien para disfrutarlo. Al reconocernos entendemos que la única manera real de experimentar el mundo es a través de nosotros: un yo sin 'yo', un nosotros sin 'nosotros'. Yoga, comunión y reconciliación.

Esta formalogía es paradójica en tanto usa signos para racionalizar y comunicar un entendimiento con el fin potenciar su interiorización pero su propósito no es suplantar la realidad sino acercarnos a ella, abrir la puera, mostrar el camino, trazar una ruta. Lo que siga será una fenómeno no una relación objeto-sujeto, posiblemente sea una forma terrible y hermosa, sublime y aterradora de acercarse a uno mismo y por tanto acercarnos al mundo mismo.

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